jueves, 10 de marzo de 2011

UN INTENTO DE FENOMENOLOGÍA DE LA AMISTAD (*Con la aportación fenomenológica de Pedro Laín Entralgo)

(Hola a todos, les traigo un texto en referencia a la amistad, espero y deje alguna reflexión a nuestra existencia concreta y la forma de relacionarnos con quienes llamamos amigos.
Quizá el video no sea el más idóneo para iluminar lo que pretendo decir, sin embargo, me pareció muy divertido, tal vez la otra cara de la moneda... (supongo que muchos ya lo habrán visto). Pasenla bien y hasta pronto. Emmanuel Velásquez M. Filosofía)

La amistad no puede ser un sentimiento íntimo, no puede reducirse a una relación genérica que establecemos con los demás desde nuestro fuero interno. Para que la amistad sea verdadera tiene que encarnarse, realizarse, materializarse y convertirse en una relación humana viva. Bajo esta mirada, no puede ser únicamente intención de respeto y amor a las personas que tenemos a nuestro lado, o al género humano como tal, (aunque esto equivaldría a filantropía). La verdadera amistad está llamada a expresarse, a volcar, a lanzar y orientar nuestra vida en la dirección del amigo, esté próximo o lejano. Sin esta expresión y descentramiento de uno mismo no podemos hablar de verdadera amistad. Acaso podríamos hablar de sentimientos de amistad, de conatos de amistad, pero no de amistad real o verdadera.

La amistad tiene una fuerte relación con el amor, sin amistad no hay amor, de hecho ya con el estagirita (Aristóteles) se reconocía a está (philía) como una exageración o radicalización del amor (éros). De aquí podríamos pensar que la relación erótica o amorosa vendría a ser una amistad especialmente intensa a la que se añade un componente homo o heterosexual.

La amistad no podría reducirse a un estado de camaradería, ni simpatía social, ni projimidad, ni enamoramiento. Laín considera que la amistad es una forma particular del amor “in genere”, entendido éste com0o un sentimiento que mueve a procurar la perfección o el bien de una cosa, una obra humana o una persona, y en este caso a convivir como propias la fruición, la perfección o el bien que esa acción haya deparado a la persona amada. Esta relación se concreta en cuatro momentos que a continuación detallo:

a) Benevolencia: el amigo y la proximidad

La amistad es un sentimiento que genera obligaciones, y bajo esta óptica, mueve el mundo del querer, pero no se trata de querer cualquier cosa o de cualquier forma sino de querer sinceramente el bien del amigo. La simple proximidad no indica relación de amistad, puede ser alguno próximo a una persona que fuma y no importarle el daño que se casusa a raíz de su deseo. Proximidad por sí sola no es amistad aunque puede ser su preámbulo.

Y aun hay más, no basta con hacer el bien a quien está a nuestro lado; es necesario querer ese bien de verdad, desear con sinceridad ese bien que se hace. Entre amigos no se trata de un simple bien, de una acción benéfica, sino se trata de un sentimiento radical y profundo que requiere un deseo de bien para cada uno de los amigos. Esto logrará que no se confunda la amistad con la misericordia o la simple proximidad

b) Benedicencia: el amigo y la sinceridad

Consiste en decir o hablar bien del amigo. Probablemente sea la más habitual cuando lo tenemos presente, sin embargo no sucede así cuñado está ausente. Para hablar bien del amigo hay que cumplir tres deberes: veracidad, sinceridad y respeto. Como resultado tenemos la verdad o pretensión de veracidad de lo que se dice, la forma psicológica o voluntad e intención personal de decir la verdad y por último la convicción de que le amigo tiene que ser respetado como tal, como el mismo en su autonomía y libertad.

c) Beneficencia: el amigo en la realización del bien.

El tercer momento de la amistad es el de hacer el bien del amigo. En un primer momento pude parecer como algo sencillo, igual que es sencillo conocer el bien de un enfermo. Sin embargo, el momento de la beneficencia no consiste en recordarnos lo importante que es hacernos el bien los unos a los otros. Cuando entre los amigos se comparte la misma noción de bien y hay coincidencia entre los dos, es muy fácil hacer el bien, aunque tengamos que sacrificarnos el uno por el otro.

Los amigos no tienen por qué coincidir en los mismos ideales de vida, en la misma noción de bien, en la misma idea de felicidad.

En la amistad, el bien es más complejo de lo que imaginamos. Cuando sabemos con certeza cuál es el bien del amigo y se lo proporcionamos, no sólo colaboramos en la realización de “su” bien, sino en la realización de “nuestro” bien, aunque nos cueste. Hacer bien al amigo no sólo produce fruición y gozo a quien lo recibe, sino a quien lo hace como amigo. Por otro lado, el bien del amigo no sólo se consigue haciéndole disfrutar proporcionándole placer y gozo, sino contribuyendo a su propia perfección personal. Para construir esta perfección o realización de su propia vocación personal son necesarias dos condiciones que hacen de la amistad una obra de arte.

En primer lugar, una clara conciencia de respeto a la singularidad de la vocación del amigo. Muchas amistades se rompen porque un amigo proyecta en el otro unas expectativas de bien y felicidad que no son las que el amigo realmente quiere. Hacer bien al amigo no es imponer nuestra idea de bien o convertirlo en una marioneta de nuestros planes de vida. Hacer bien al amigo es querer que el amigo sea él mismo, que tenga su propia vocación y su propio proyecto de vida; por so el respeto no es sólo una exigencia de liberalidad, sino de autenticidad en las relaciones humanas. Y en este caso concreto se habla del “respeto amistoso”

En segundo lugar, la conciencia de que se deben compartir ciertas expectativas del bien común: Muchas amistades se rompen porque no hay proyecto personal, es decir, porque no hay proyecto compartido de vida, porque no hay un horizonte de amistad común; en suma, porque no hay una tarea común que movilice dos individualidades.

d) Benefidencia: el amigo y la instalación confiada en al vida.

No debe ser confundida la beneficencia con la benefidencia; lo primero tiene que ver con practicar el bien y lo segundo con practicar la confianza. En la beneficencia uno da algo de lo que tiene, o lago de lo que hacen, y de aquí brota una pregunta ¿Es posible dar algo de lo que se es? Aquí no estamos hablando sólo de que por el amigo se pueda dar el ser o la vida entera. Nos referimos a la donación que se produce con la palabra compartida, a dar, hecho palabra, algo de lo que íntimamente soy o estoy viviendo. Hay genuina benefidencia cundo el confidente es amigo, cundo el hacerla no es mero desahogo terapéutico de algo que nos agobia y de lo que nos liberamos. Mientras la confesión se puede producir ante un sacerdote, la confidencia se produce ante un amigo, funda la amistad, es principio de la amistad.

Expresiones tales como: “de mi para ti”, “esto que quede entre los dos”, “para ti no tengo secretos”… Muestran el peso de la amistad. Dos reglas la completan: por un lado que la confidencia no sea un simple desahogo, o descarga de una intimidad en un receptor impersonal. Por otro, que la sinceridad y la claridad en la comunicación no lesiones o hieran al confidente. De esta manera, la beneficencia no es la simple confianza o confesión que genera una amistad ocasional, sino el camino para una instalación confiada en la vida.

*** Nunca olvidar que el amigo es una realidad, “relativamente absoluta” y, de algún modo

“sagrada”. Su intimidad, su libertad y responsabilidad son suyas; esto es dejar que el amigo sea lo que él es y quiere ser, ayudándole a que sea lo que él debe ser. Ayudándole delicadamente, enunciado deseos más que prescribiéndole consejos.


*Laín Entralgo Pedro, Tres Reflexiones Éticas, Círculo de lectores, Barcelona, I996.





viernes, 10 de diciembre de 2010

la patria grande.

Los invito a escuchar esta canción y a descubrir en ella los que nos hermana como pueblos y como personas.

jueves, 6 de mayo de 2010

Mario Benedetti "No te salves"



Es un poema de  Mario Benedetti que me dice mucho y se los comparto para que lo chequen. Atte. Philosophe